Disponer de un protocolo de prevención del suicidio hospitalario, evaluarlo y actualizarlo.
Registrar por escrito la activación, seguimiento, incidencias y desactivación del protocolo de prevención.
Intercambiar continuamente la información y evolución de los pacientes con riesgo suicida.
Re)evaluar sistemáticamente el riesgo suicida en todos los pacientes ingresados.
Monitorizar permanente los pacientes con mayor riesgo suicida, poniendo especial atención en cambios de turno o primeros
momentos de la hospitalización. Establecer los periodos de observación en el resto según riesgo.
Informar a pacientes y familiares de la prohibición de objetos o sustancias que puedan suponer riesgo.
Proporcionar pautas de prevención y actuación a allegados del paciente.
Informar al paciente de las medidas acometidas y sus motivos.
En los casos más extremos o de riesgo de suicido más evidente, activar el protocolo de contención y/o
aislamiento.