Recomendaciones para allegados antes de un intento.
Qué hacer
Tomarse en serio cualquier manifestación, amenaza o sospecha de conducta
suicida.
Valorar el riesgo, en base a la información sobre los factores de riesgo y el análisis
de la situación concreta.
Hablar directa y claramente de la situación con la persona en riesgo. En estas
conversaciones valorar: cómo se siente, qué ideas suicidas tiene, si ha hecho un plan, para cuándo, qué método ha pensado, si ha realizado gesto o intento suicida ya o no, qué se lo impide o
impediría, si ha redactado alguna nota, etc. Toda esta información es muy valiosa para valorar la gravedad del riesgo suicida: cuantas más respuestas tenga sobre dónde, cómo y cuándo, y más
letales sean las condiciones del plan, más riesgo suicida, sobre todo si existe algún antecedente previo.
Conservar la calma. Transmitir tranquilidad, tanto con la comunicación verbal como
corporal.
Mostrar empatía, preocupación y comprensión con su situación.
Mostrar esperanza y posibilidades de superación de la situación con la ayuda
oportuna.
Intentar encontrar soluciones prácticas, aunque sean temporales.
Ganar todo el tiempo posible. Proponer aplazarlo para otro momento (‘vuelve a pensarlo
mañana’), evidenciando lo definitivo y dramático de la solución y el estado provisional actual.
Dejar hablar y desahogarse.
Retirar todo lo que pueda servir para (auto)lesionar.
Controlar el acceso a la medicación, así como el consumo (por exceso o defecto) de la
pautada.
Buscar ayuda profesional: servicios de emergencias, hospital, centro de atención
primaria o de salud mental. Tener siempre a mano los medios de contacto con todos ellos.
Qué no hacer.
No juzgar ni echar sermones sobre lo que pueda decir o hacer.
No despreciar, banalizar ni desoir las amenazas.
No desafiar.
No mostrar nerviosismo, no reaccionar de manera exagerada. No gritar.
No prometer secreto o inactividad respecto a la situación.
No repetir tópicos, no dar consejos simplistas o enviar mensajes paradójicos (por
ejemplo: “con todo lo que tú tienes…”, “con lo bonita que es la vida”, etc.).
No dejarla nunca sola.
No considerarse omnipotente, compartir la situación y buscar ayuda con otras personas
cercanas.